Madrugón para estudiar un poco por la mañana y poder permitirme hacer los planes que están surgiendo para los próximos días. Pero con el buen día que hacía aproveché para comer en la playa, en La Lanzada.
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Sí, toda esa fruta es para mi solita :) |
Aunque la previsión no era nada esperanzadora, me llevé la tabla. A las 4, vi que la gente empezaba a echarse con bodyboards aunque, repito, no había casi olas. Pero aún viendo que no cogían nada, decidí cambiarme y echarme.
Como era obvio, apenas cogí dos olas. A lo que hay que sumarle que según iban pasando las horas la afluencia de bañistas era considerable. Esos bañistas sin miedo a nada que te pueden ver remando la ola con todas tus fuerzas y no se apartan de tu línea de "ataque". Valientes domingueros.
Al salir de bañito, apareció el baquillero.
El baño no fue bueno en cuanto a olas, pero la sensación que me deja ponerme el neopreno, coger la tabla y echarme al mar, esa sensación no entiende de mareas ni de tamaños.
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